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Es probable que el acceso a alimentos entre los hogares pobres de las zonas urbanas y rurales empeore hasta que comience la cosecha de primera a finales de agosto, lo que aumentará las necesidades de asistencia alimentaria. Ingresos por debajo de lo normal en los diversos medios de vida, además del aumento en los precios de los alimentos básicos (en particular, de los frijoles), están reduciendo el poder adquisitivo.
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Se espera que la producción de cultivos de primera sea promedio a nivel nacional en toda la región, de acuerdo a un pronóstico de lluvias por arriba del promedio en abril y mayo, la distribución gubernamental de semillas y la capacidad productiva de los productores medianos y grandes. Para los pequeños agricultores, sin embargo, los elevados precios de los fertilizantes y las malas condiciones focalizadas en el suelo probablemente provocarán cosechas bajo el promedio a nivel de hogar. Aun así, la disponibilidad de reservas de alimentos para varios meses pondrá fin a la temporada de escasez en septiembre.
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Se prevé una recuperación económica desigual y gradual hasta septiembre. Se espera que la lenta aplicación de la vacuna y las escasas o nulas restricciones de movimiento por COVID-19 sigan dificultando la actividad económica, especialmente en las áreas urbanas.
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Se espera que los resultados de Crisis (Fase 3, CIF) persistan hasta septiembre en las áreas afectadas por las tormentas tropicales en el norte y sur de Honduras y el noroccidental de Nicaragua, el Corredor Seco y partes de la zona de medio de vida cafetalera en el occidente de El Salvador. Sin embargo, se prevé un ligero descenso de la población en situación de inseguridad alimentaria a fines de agosto/septiembre, debido a la disponibilidad de la cosecha y al correspondiente descenso estacional en los precios. En el resto de la región, se espera que la mayoría de las zonas rurales y urbanas estén en Estrés (Fase 2, CIF) con algunos hogares en Crisis (Fase 3, CIF).
ZonA | ANOMALÍAS ACTUALES | ANOMALÍAS PROYECTADAS |
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Regional: Disponibilidad de alimentos |
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Regional: Acceso a alimentos |
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Regional: COVID-19 |
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Abril marca el inicio de la temporada lluviosa y el comienzo de la temporada de producción de cultivos de primera con la preparación de los suelos. Según los datos obtenidos por satélite, la época lluviosa ha comenzado entre 5 y 20 días antes en Honduras, El Salvador y partes de Nicaragua (Figura 1). A pesar de algunas variaciones en la distribución semanal de las lluvias, los acumulados desde el 1 de abril están muy por encima de la media y son suficientes para apoyar la siembra de maíz y, en menor medida, de frijol rojo. Los gobiernos de los países también han comenzado a distribuir semillas a los agricultores, incluidas las semillas tolerantes a la sequía en las zonas de Nicaragua que aún están secas (Nueva Segovia, Jinotega, Madriz, Estelí, departamentos en áreas localizadas del Corredor Seco de Nicaragua). Según los diversos pronósticos de conjuntos de modelos, se espera que las precipitaciones de abril y mayo sean, en general, adecuadas para el desarrollo normal de los cultivos. En las zonas donde es probable que los déficits localizados persistan en Nicaragua, se espera que las semillas tolerantes a la sequía resistan las condiciones más secas de lo normal.
Se prevé que el inicio de temporada ampliamente favorable y el apoyo a la distribución de semillas respalden una producción nacional neta de la temporada de primera cercana al promedio, liderada por los medianos y grandes agricultores. En Honduras, también se espera que el gobierno incentive la producción de frijoles con base en el éxito de los programas del 2020. Sin embargo, los pequeños agricultores con capacidad económica limitada se enfrentarán a problemas de producción agrícola, lo que causará escasez a nivel de hogares. Los pequeños agricultores de las zonas rurales de Honduras y Nicaragua golpeados por los huracanes Eta e Iota a fines de 2020, los agricultores de las zonas del Corredor Seco donde los impactos económicos de la COVID-19 agravaron las pérdidas de ingresos de la sequía anterior y los agricultores que perdieron los ingresos de la producción de café en el occidente de El Salvador son quienes, probablemente, tengan más dificultades para comprar insumos suficientes para mantener dentro de rangos normales la extensión sembrada y los rendimientos. Los precios de los fertilizantes aumentaron hasta en un 25 por ciento desde febrero en Honduras, por ejemplo, debido al aumento de la demanda de los Estados Unidos y Brasil, que ejerce presión sobre el mercado mundial de fertilizantes. Además, los agricultores ubicados en áreas inundadas extensamente a fines del 2020 reportan pobres condiciones del suelo, lo que probablemente afecte de forma negativa el desarrollo de los cultivos de primera.
Dado que la cosecha de primera no comienza hasta fines de agosto/septiembre y que las cosechas de fines del 2020 ya fueron consumidas o vendidas por parte de los hogares rurales, y tanto ellos como los urbanos pobres están comprando sus alimentos principalmente en los mercados locales. En marzo, los precios del maíz blanco se reportaron más bajos que lo previsto y estuvieron por debajo de los de marzo 2020 y el promedio de los cinco años. Si bien esta tendencia ha aliviado, en cierta medida, la presión de los precios sobre los hogares rurales y urbanos pobres, el poder adquisitivo de estos sigue siendo limitado debido a la pérdida de ingresos. En cambio, los vendedores de maíz se enfrentan a una reducción de sus ingresos debido al descenso de los precios y al aumento del costo del combustible. Por el contrario, los precios del frijol rojo se mantienen por encima de los reportados en marzo 2020 y el promedio de cinco años, lo que afecta la diversidad en la dieta de los hogares. Se esperan tendencias similares hasta septiembre, gracias a la liberación de las reservas estratégicas, las importaciones de productos alimenticios, la entrega irregular de asistencia alimentaria, los impactos de los altos precios del combustible en los costos del transporte de alimentos y la disminución en la demanda debido al bajo poder adquisitivo de los hogares.
Como se mencionó, los ingresos siguen estando por debajo de lo normal en los hogares rurales y urbanos. Se espera que la mayoría de los hogares continúen sufriendo de desempleo o subempleo en los sectores formal e informal en el 2021. Hasta la fecha, las restricciones de movimiento impuestas por los gobiernos o por los propios afectados han sido el principal desencadenante de la reducción del acceso a los alimentos y a los ingresos durante la pandemia. En 2021, se prevé que la ausencia de restricciones más rigurosas siga facilitando una ligera recuperación gradual de la actividad económica y del empleo, según las previsiones de los bancos centrales y las instituciones financieras mundiales. Sin embargo, los casos de COVID-19 aumentaron bruscamente desde Semana Santa y una tercera ola se encuentra en marcha, con consecuencias para la recuperación económica. El acceso a las vacunas sigue siendo bajo, particularmente en Honduras y Nicaragua, donde hay retrasos en la entrega de las dosis asignadas. Hasta la fecha, en estos dos países se ha vacunado a menos del uno por ciento de la población, mientras que en El Salvador se ha vacunado a casi el 12 por ciento de la población. Dada la dinámica del mercado internacional de vacunas y la dependencia del mecanismo COVAX y de las donaciones, se espera que el acceso a las vacunas siga siendo bajo y dificulte una cobertura efectiva para el público en general.
Sobre la base de los factores anteriores, se espera que los resultados de Crisis (Fase 3, CIF) persistan hasta septiembre en las áreas afectadas por huracanes en el norte y sur de Honduras y el noroccidente de Nicaragua, el Corredor Seco y partes de la zona de medios de vida de café en el occidente de El Salvador. En otras zonas rurales y urbanas, es probable que se produzcan resultados de Estrés (Fase 2, CIF) con algunos hogares en Crisis (Fase 3, CIF). Se espera que las necesidades de asistencia alimentaria alcancen su punto máximo en julio/agosto antes del inicio de la cosecha de primera a fines de agosto/septiembre. Se prevé que la disponibilidad de la cosecha de primera proporcione varios meses de reserva de alimentos y algunos ingresos producto de las ventas de los cultivos para los hogares, mientras impulsa una disminución estacional de los precios de los alimentos básicos en el mercado.
En los hogares rurales pobres, la escasa disponibilidad de alimentos, los aumentos estacionales y atípicos de los precios de los alimentos, las pocas oportunidades de generar ingresos durante la temporada de escasez y la inactividad económica serán los principales desencadenantes de la inseguridad alimentaria. Los precios de los alimentos básicos suelen alcanzar su punto máximo en julio y es probable que se produzcan aumentos más pronunciados en el caso del frijol rojo y otros productos, debido al aumento de los precios del combustible. Al mismo tiempo, los hogares dependen del mercado más de lo habitual debido a las pérdidas de la cosecha de postrera en 2020. La demanda de mano de obra agrícola y ocasional también es menor a lo habitual y se ve agravada por los efectos económicos de la COVID-19. Muchos hogares rurales pobres ya han implementado estrategias de respuesta negativas, que los han dejado endeudados y con una capacidad de resiliencia debilitada. Como resultado, los pequeños agricultores tienen una menor capacidad económica para insumos agrícolas esenciales, como los fertilizantes, y se enfrentan a ingresos insuficientes para cubrir sus necesidades alimentarias mínimas y para invertir en la producción de cultivos.
Las zonas que todavía se están recuperando de los huracanes y que probablemente se encuentren en Crisis (Fase 3, CIF) son los departamentos de Cortés, Colón, Atlántida y Santa Bárbara en Honduras y los departamentos de Jinotega, RACCN y RACCS en Nicaragua. La mayoría de los hogares perdió cosechas a gran escala, no pudo volver a sembrar durante la temporada de apante/postrera tardía, o perdió los ingresos de la pesca, mientras que la reconstrucción de las infraestructuras esenciales sigue en curso. Los medios de vida se vieron gravemente afectados y aún no recuperan por completo. Como resultado, los ingresos de los hogares serán más bajos e irregulares de lo habitual, lo que dificultará su acceso a los alimentos. Si bien se ha brindado asistencia alimentaria y hay planes para continuarla, no se dispone de datos sobre los beneficiarios ni las ubicaciones.
Los resultados de Crisis (Fase 3, CIF) también son probables para los hogares rurales pobres de la zona de medios de vida cafetalera en El Salvador, especialmente, en el departamento de Ahuachapán. Aunque El Salvador fue menos afectado por los huracanes, la cosecha de café 2020/2021 estuvo por debajo del promedio de cinco años, y la cosecha 2019/2020 y los impactos económicos de la COVID-19 fueron significativos. Como resultado, los hogares perdieron una considerable cantidad de ingresos provenientes del jornal en la producción de café y tienen pocas alternativas como fuentes de ingresos.
Otras áreas de preocupación incluyen los departamentos de Choluteca, La Paz, Valle, El Paraíso y Olancho Oriental en Honduras, y Estelí, Madriz, Matagalpa y Nueva Segovia en Nicaragua, donde es probable que una parte significativa de los hogares se enfrente a resultados de Crisis (Fase 3, CIF). Muchos agricultores de estas zonas del Corredor Seco no han recuperado sus medios de vida luego de años consecutivos de sequía en el pasado, y la capacidad de respuesta se ha debilitado aún más debido a los impactos de la COVID-19 en los ingresos por jornal y gastos de los hogares. A su vez, es más probable que estos hogares tengan cosechas de primera ligeramente por debajo del promedio, según las tendencias pasadas que muestran menos cultivos en el Corredor Seco en comparación con los pequeños agricultores del resto del país.
Por último, en las zonas urbanas se esperan resultados de Estrés (Fase 2, CIF) con algunos hogares en Crisis (Fase 3, CIF). Si bien es probable que quienes dependen del sector informal y del empleo formal en sectores como servicios, comercio, turismo interno e industrias asociadas tengan una recuperación parcial de sus ingresos; lo más probable es que los ingresos de los hogares se mantengan por debajo de lo normal debido a la lenta recuperación económica. Dado que estas viviendas compran todos sus alimentos y son vulnerables a los impactos de los ingresos y los precios, y dado que los precios de los alimentos y del transporte público están aumentando, su acceso a alimentos se mantendrá por debajo de lo normal.
Eventos que podrían cambiar la perspectiva
Tabla 1. Posibles eventos en los próximos ocho meses que podrían cambiar el escenario más probable
Área | EventO | ImpactO EN los resultados de seguridad alimentaria |
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Regiona l | Huracanes | Según las Predicciones Estacionales de Huracanes, se pronostica una temporada de huracanes por arriba del promedio, de junio a noviembre de 2021. Según la trayectoria y la magnitud de una tormenta, los impactos directos o indirectos podrían cambiar las perspectivas de producción de cultivos y afectar negativamente a otras fuentes de ingresos y alimentos. Las pérdidas de cultivos y otros medios de vida probablemente aumentarían la población en situaciones de Estrés (Fase 2, CIF) y Crisis (Fase 3, CIF). |
Canícula atípica | Un cambio en las condiciones meteorológicas podría causar una canícula más seca durante julio y agosto, marcada por temperaturas cada vez más elevadas y menos precipitaciones de lo habitual. Las condiciones de cultivo más severas probablemente reducirían los rendimientos de primera, lo que provocaría reservas de alimentos por debajo de lo normal para los hogares agrícolas y aumentaría el uso de estrategias de respuesta negativas. Sería posible un aumento de la población en situación de Estrés (Fase 2, CIF) y de Crisis (Fase 3, CIF). |

Fuente : FEWS NET

Fuente : FEWS NET
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