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Las necesidades alimentarias estarán por arriba de lo normal en los tres países de la región, debido a que las lluvias por arriba de lo normal redujeron las opciones de empleo y las reservas de los hogares, más allá de las afectaciones por el impacto económico del COVID-19 y las pérdidas de cosechas del año anterior.
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En las áreas rurales damnificadas por los eventos meteorológicos, se espera una menor disponibilidad de alimentos por la pérdida de reservas arrastradas por las inundaciones y las pérdidas de los cultivos de postrera; también un menor acceso a los alimentos por la caída en los ingresos debido a las pérdidas en los cultivos comerciales, a los daños en infraestructura que dificultarán el acceso físico entre zonas, y a la pérdida total de bienes. Lo anterior causará un adelanto en la temporada anual de escasez de alimentos en enero/febrero, la cual concluirá con la cosecha de primera en septiembre. En las áreas urbanas afectadas, los hogares verán afectada su seguridad alimentaria por la pérdida de viviendas y fuentes de empleo.
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Se estima que, a pesar de los actuales esfuerzos de asistencia humanitaria, muchos de los hogares impactados directamente por los huracanes Eta e Iota, en las áreas urbanas y rurales de Honduras y Nicaragua estarán en Crisis (Fase 3, CIF) durante todo el período de análisis, por un limitado acceso y disponibilidad de alimentos a causa de la pérdida de cosechas y menor demanda de mano de obra.
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De diciembre 2020 a febrero 2021, aunque existirá una mejora en el acceso y disponibilidad de alimentos respecto a meses anteriores para los hogares rurales pobres ubicados fuera del área de afectación por Eta e Iota, debido a la cosecha de postrera y apante/postrera tardía y al incremento en la demanda de mano de obra, esta será menor a lo esperado debido a leves daños por el exceso de humedad y el daño en las vías de acceso hacia las áreas donde migran. Para el segundo período de análisis, la situación se deteriorará estacionalmente con el establecimiento de la temporada de escasez de alimentos. Estos hogares continuarán en Estrés (Fase 2, CIF) durante todo el período, con excepción de los más pobres de la zona cafetalera salvadoreña y el corredor seco hondureño que continuarán en Crisis (Fase 3, CIF).
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Los hogares pobres urbanos no afectados por Eta e Iota en los tres países verán una leve mejoría en su situación alimentaria a medida que la economía continúa dinamizándose, luego de la reapertura. Sin embargo, esa recuperación será gradual y estará más basada en la informalidad, lo que incrementa la vulnerabilidad económica de estos hogares. Se prevé que los hogares más pobres se encuentren en Estrés (Fase 2, CIF) durante todo el período de perspectiva, mientras que el resto de los hogares no presentarán inseguridad alimentaria aguda.
PAÍS | ANOMALÍAS ACTUALES | ANOMALÍAS PROYECTADAS |
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Honduras y Nicaragua
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El Salvador
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Regional |
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Durante el pasado noviembre, la región Caribe de Centro América, incluyendo a Honduras y Nicaragua, sufrió el impacto de dos huracanes categoría 4, Eta e Iota, con dos semanas de diferencia. Se estima que las acumulaciones totales de las áreas afectadas variaron entre 300 y 1000 milímetros, lo que representa más del 250 por ciento del promedio de lluvia recibido en la zona durante la misma época. Los fuertes vientos y estas precipitaciones ocasionaron daños en la infraestructura vial, incluyendo caminos, carreteras, muelles y puentes, daños en viviendas y pérdidas agropecuarias. El saldo humano es de más de 340,000 personas evacuadas, de las cuales más de 135,000 se encuentran albergadas. Las condiciones de higiene y salud son precarias en los albergues, por lo que se esperaría un aumento en los casos de enfermedades diarreicas, respiratorias, dengue y COVID-19. En Honduras, algunas personas han retornado a sus casas, aunque estén semidestruidas, y otras se albergan con vecinos dadas a las condiciones de los albergues. Debido a que las lluvias no cesaron del todo en las semanas posteriores a estos eventos y a la ruptura de los bordes de los ríos, algunas áreas aún reportaban inundaciones a semanas del último impacto, lo que impidió una recuperación temprana de las mismas. Los departamentos más afectados en términos de infraestructura, pérdidas de ingreso y cosecha son Cortés, Atlántida, Colón, El Paraíso, Olancho, Choluteca y Yoro en Honduras, y las regiones autónomas de la costa Caribe nicaragüense y el Triángulo Minero, junto con los departamentos de Jinotega, Matagalpa, Nueva Segovia, Carazo y Rivas en Nicaragua. Para el caso de El Salvador, los departamentos como San Miguel y Usulután y algunas zonas cafetaleras en el occidente reportaron lluvias por arriba de lo normal, causando pérdidas en los cultivos de granos básicos. Para la región oriental de El Salvador, la cosecha actual es la más importante del año, por lo que las pérdidas son relevantes para la disponibilidad de alimentos para los meses analizados.
Normalmente, los meses de noviembre y diciembre marcan la salida de la cosecha de postrera, siendo la producción de frijol de gran importancia durante ese ciclo. Dada la susceptibilidad de este cultivo al exceso de humedad, existen reportes de una alta afectación, sobre todo en Honduras y Nicaragua, tanto para pequeños agricultores como excedentarios, y aunque eso tendrá implicaciones para su disponibilidad en los hogares productores y la pérdida del ingreso por su venta, la disponibilidad en los mercados nacionales será cubierta por las reservas estratégicas construidas por los gobiernos con la producción del ciclo de primera y algunas importaciones realizadas con anticipación, en el caso de El Salvador. No obstante, se espera que los precios pudieran mantenerse por arriba del promedio en los siguientes meses. En algunas áreas de Honduras y Nicaragua, un tercer ciclo de producción, apante/postrera tardía, que va de noviembre/diciembre a marzo/abril. Sin embargo, debido a las pobres condiciones del suelo, esta podría sufrir un atraso.
Durante estos meses también se da la temporada de mayor demanda de mano de obra informal en el área rural, por las cosechas de café, caña de azúcar y de otros cultivos comerciales. Dada la fuerte afectación de algunos de estos cultivos y las dificultades de acceso, el ingreso generado por los hogares jornaleros será menor al de años anteriores en los departamentos señalados anteriormente.
Otros medios de vida también fueron afectados, tales como el pecuario, con la pérdida de especies menores y ganado mayor, así como con la pérdida de varios cientos de litros de leche que no pudieron ser acopiados y comercializados en Cortés, Atlántida, Colón, Olancho, y en municipios de Matagalpa. La recuperación de este sector será lenta debido a que una gran proporción pertenece a pequeños productores. La pesca sufrió daños significativos, especialmente en Nicaragua, debido a que los hogares ubicados en las costas del Caribe son pueblos indígenas con altos niveles de pobreza y una escala muy pequeña de su producción y sufrieron la pérdida de sus activos productivos. El turismo es un sector que sufrió uno de los impactos más fuertes debido a las medidas restrictivas implementadas a raíz de la pandemia del COVID-19, y acababa de reiniciar operaciones cuando ocurrieron estos eventos, destruyendo infraestructura y las vías de acceso hacia los lugares de mayor afluencia turística; el desempleo continuará muy alto en este sector económico.
Los daños en la infraestructura vial han significado una limitación para la movilización de personas y mercancías, lo que ha alterado el intercambio comercial local, nacional e, incluso, regional. Solo en Honduras se reportaron más de 542 kilómetros de carreteras afectadas, 23 puentes destruidos y otros 43 dañados, mientras que en Nicaragua solo en carreteras formales se reportan 1,750 kilómetros afectados y 106 puentes afectados. Esta dificultad en los flujos de productos y las pérdidas de varios cultivos han ocasionado un incremento en los precios de algunos alimentos. Se prevé que esta situación se vaya regularizando con el tiempo, lo que permitirá que los precios regresen a valores más cercanos al promedio.
Para atender la enorme necesidad de recursos para la respuesta a la emergencia y la recuperación temprana, los gobiernos han solicitado recursos externos con los cuales complementar los propios. Naciones Unidas ha emitido un llamamiento por 69.2 millones de USD para atender las necesidades ocasionadas por Eta en Honduras, y uno adicional por 25 millones de USD para complementar la atención; estos montos aún no han sido adjudicado. Sin embargo, aún se está trabajando en determinar las necesidades adicionales producto del impacto de Iota. Otros actores de la cooperación ya han contribuido con más de 19 millones de USD. Actualmente en Honduras, socios como ACNUR, ADRA, Ayuda en Acción, CARE, Child Foundation, Habitat, OPS, Plan Internacional, TROCAIRE y World Vision, entre otros, están proveyendo paquetes de alimentos, kits de primeros auxilios, kits de higiene personal y productos de bioseguridad por un período de tres meses. Estos paquetes se destinarán para un total de 7,821 beneficiarios. En el caso de Nicaragua, socios como el Programa Mundial de Alimentos, UNICEF, la Unión Europea, USAID, los gobiernos de Taiwán y Suiza y World Vision han colaborado con más de 800 toneladas de alimentos en granos básicos, y fondos por más de 14.8 millones de USD para apoyo en el sector de agua y saneamiento, kits de bioseguridad y para cubrir otras necesidades básicas.
A pesar de no haber sufrido inundaciones en la misma extensión que los otros países, El Salvador reporta que el pasado noviembre fue el tercero más lluvioso desde 1971. Estas anomalías afectaron la producción de granos básicos en algunos departamentos reduciendo las reservas de los hogares para los próximos meses, y disminuirá, por lo tanto, el empleo para la cosecha de postrera. Para el área de la zona de medios de vida cafetalera, una problemática crónica que incluye bajos precios, poco apoyo al sector y la afectación por roya, más una mayor humedad este año, ocasionará una baja producción de café; aunque se espera que haya una leve recuperación respecto a la pronunciada baja reportada en el ciclo pasado, esta será menor a la proyectada inicialmente. Esta dinámica ocasionará menores ingresos para los productores y para los jornaleros que dependen mayoritariamente de este sector. Adicionalmente, esta zona muestra un deterioro en la prevalencia de la desnutrición severa a octubre 2020 respecto a 2019, aunque no muestre valores arriba del cinco por ciento. Hasta el 27 de noviembre, los hogares en esta zona estaban utilizando estrategias de respuesta de estrés y crisis y, algunos estaban vendiendo sus activos productivos para suplir sus necesidades alimentarias debido a que la economía no se ha recuperado y el acceso a empleos en las áreas urbanas cercanas es limitado. De acuerdo con la línea de base elaborada por Oxfam, estos hogares viven con 100.00 USD mensuales normalmente, con lo que solamente alcanzan a llenar las necesidades básicas mínimas. Adicionalmente, esta zona es afectada por la violencia, lo que no permite a las personas migrar grandes distancias en fuentes de búsquedas alternativas de ingresos.
Resultados esperados de la seguridad alimentaria: Para las áreas afectadas por los huracanes Eta e Iota en Honduras y Nicaragua, la situación de seguridad alimentaria se ha deteriorado significativamente, especialmente para aquellos que se encuentran albergados. La pérdida de los medios de vida y sus viviendas significan una dificultad para acceder a alimentos, haciéndolos altamente dependientes de la asistencia humanitaria. Esta situación continuará por el resto del período analizado, debido al tiempo que se requiere para la construcción de viviendas.
Los hogares pobres y muy pobres que, a causa de los huracanes, perdieron sus reservas provenientes de la cosecha de primera, y los cultivos de postrera dependerán exclusivamente de la compra como fuente de alimentos, haciéndolos más vulnerables al alza inmediata al shock y al incremento estacional en los precios de los alimentos, que inicia en febrero. Adicionalmente, estos mismos hogares deberán obtener ingresos en un momento en que los daños en los cultivos comerciales ocasionarán una caída en la demanda de mano de obra, que posterior a febrero será estacionalmente baja, incluso en condiciones normales. Esto hará que los hogares que cuentan aún con algunos medios de vida recurran a diferentes estrategias para llenar la brecha alimentaria. Se prevé que la temporada anual de escasez de alimentos en 2021 iniciará tempranamente en enero/febrero para este grupo de población; a menos que la cooperación y los gobiernos implementen la entrega de asistencia humanitaria en cantidad suficiente, con una amplia cobertura entre los damnificados, y con regularidad, estos hogares estarán en Crisis (Fase 3, CIF) durante todo el período de análisis, ya que el ingreso mínimo ganado durante la temporada de mano de obra tendrá que ser usado tempranamente por la falta de reservas.
Una de las áreas más afectadas durante los meses anteriores por las altas tasas de COVID-19 en Honduras, Cortés, es también ahora el departamento con mayores daños. Esto hace prever que la tasa de contagio de este virus se incrementará a partir de diciembre. En el caso de Nicaragua, dada la problemática que existe con los datos oficiales sobre la incidencia de COVID-19, no es posible identificar una tendencia, pero dadas las condiciones higiénicas existentes, es razonable pensar que igualmente habrá un repunte en el número de casos, aunque estos no sean evidentes en las estadísticas del país.
Los hogares ubicados en el área rural del corredor seco hondureño, que sufrieron pérdidas por sequía en 2019, y la zona cafetalera de El Salvador continuarán en Crisis (Fase 3, CIF), puesto que deben recuperarse, no solo de los shocks ocurridos en años anteriores sino de la problemática relacionada con la pandemia, y ahora de las pérdidas generadas por lluvias arriba de lo normal. Los hogares de Honduras, Nicaragua y El Salvador que no fueron directamente afectados por los huracanes, aún se encuentran en la etapa de recuperación del incremento en el desempleo y el endeudamiento ocasionado por las medidas restrictivas implementadas para contener el contagio de COVID-19. Esto significa que las dificultades económicas continuarán para la mayoría de los hogares pobres y muy pobres rurales, dada la lenta recuperación en la dinámica comercial e industrial, y a los protocolos sanitarios requeridos para las actividades agrícolas y no agrícolas. Asimismo, la disponibilidad de mano de obra será menor a lo normal puesto que, en algunos casos, cultivos como el banano, palma africana, café y caña de azúcar sufrieron una disminución en su rendimiento. Todo lo anterior limitará el poder adquisitivo de esos hogares, y con él, su acceso a los alimentos, hasta febrero 2021. A partir de marzo, da inicio la temporada anual de escasez de alimentos, lo que significará un deterioro estacional, adicional, para estos hogares. No obstante, se prevé que los mismos se mantengan en Estrés (Fase 2, CIF) durante todo el período de análisis, manteniendo un nivel de consumo mínimamente aceptable a través de la implementación de estrategias de respuesta, tales como recurrir a los ahorros o al apoyo de familiares y amigos, así como al endeudamiento.
En las áreas urbanas, el empleo irá incrementándose gradualmente, pero dado que no sigue un patrón estacional, y a que está más relacionado con sectores no agrícolas fuertemente afectados, tendrá una recuperación más lenta. El Salvador ha sido uno de los países más afectados en la región centroamericana, con una caída del 9.2 por ciento en el Producto Interno Bruto, de acuerdo a CEPAL. Según el Banco Central de El Salvador (BCR) el sector de turismo y servicios de comida reporta una variación negativa de 50 por ciento, siendo el más afectado. En segundo lugar, se encuentra el de la construcción, con -38.5 por ciento, seguido por el de industrias manufactureras, que reporta una caída del 33.2 por ciento y el de comercio al por mayor y menor, con -32.3 por ciento. De acuerdo a la encuesta efectuada por la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador (CAMARASAL), la recuperación económica será paulatina, durando hasta un año, por lo que el desempeño de las estadísticas de empleo será igualmente lento, tanto en el sector formal e informal. Según esa misma encuesta, hasta octubre las empresas reportaban que los ingresos por ventas continuaban por debajo del 75 por ciento. Se prevé que estos hogares tengan mayor dificultad para acceder a los alimentos que los hogares rurales no afectados por los huracanes, puesto que dependen completamente de la compra como fuente de alimentos. Gran cantidad de hogares urbanos en los tres países se mantendrán en Estrés (Fase 2, CIF) durante todo el período de análisis, aunque con algunos en Crisis (Fase 3, CIF), especialmente aquellos que viven en zonas periféricas y dependen del sector informal y en los sectores anteriormente mencionados, tanto en ciudades grandes como las pequeñas.
Para el monitoreo remoto, típicamente un(a) coordinador(a) trabaja a través de la oficina regional más cercana. Con apoyo de datos de los socios, el(a) coordinador(a) utiliza el desarrollo de escenarios para llevar a cabo el análisis y producir los reportes mensuales. Es posible que los países de monitoreo remoto cuenten con menor información disponible y como consecuencia, los reportes tengan menos detalle que los países con presencia de FEWS NET. Para conocer más sobre nuestro trabajo, haga clic aqui.