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Desde febrero 2023 se prevé un deterioro estacional y gradual de la seguridad alimentaria en la región ya que las tendencias estacionales se exacerbarán por el efecto de la inflación. Los hogares mitigarán un menor acceso a alimentos con el uso de estrategias de respuesta, como la disminución en la calidad y variedad de alimentos, presentando resultados de Estrés (Fase 2, CIF), con bolsones de población en Crisis (Fase 3, CIF) hasta mayo 2023.
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Para el segundo período analizado, de junio a septiembre, la situación de seguridad alimentaria se deteriorará aún más, alcanzando el pico de la temporada anual de escasez en agosto. La disponibilidad mejorará con la salida de la cosecha de Primera en septiembre, por lo que la mayor parte de los hogares en la región experimentarán resultados de Estrés (Fase 2, CIF) en los tres países. No obstante, las pérdidas sufridas en 2022 en Honduras y El Salvador, la larga dependencia de la compra para hogares más afectados y las pérdidas esperadas para los productores de subsistencia en el Corredor Seco para la temporada de Primera, significarán la continuidad de la baja disponibilidad de granos, cuando tienen la menor capacidad adquisitiva del año. Por lo tanto, presentarán resultados de Crisis (Fase 3, CIF) en las áreas más afectadas de Honduras y El Salvador hasta septiembre.
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El pronóstico climático indica un escenario de lluvias irregulares y deficitarias durante todo el ciclo de Primera, lo que significará un atraso en las siembras y en pérdidas moderadas de los cultivos de agricultores de subsistencia, especialmente en el Corredor Seco. Además, tomando en cuenta la reducción en la aplicación de fertilizantes y altos costos de insumos agrícolas, como ocurrió en 2022, habrá una reducción en las áreas de siembra y en los rendimientos de los pequeños productores. No obstante, la afectación será menor para los productores excedentarios comerciales que cuentan con riego y que contribuirán con una producción cercana al promedio en los tres países.
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Puesto que los factores macroeconómicos preexistentes y las dinámicas de los mercados locales mantendrán la inflación por encima del promedio, el acceso a los alimentos se verá limitado durante todo el período de análisis, caracterizado por una disminución estacional en los ingresos y en la demanda de jornales en el área rural. No obstante, se prevé que gradualmente disminuyan las tasas de inflación, lo que permitirá igualmente una disminución en el costo de vida y en los precios de varios servicios y productos, incluyendo los alimentos. Dada la dinámica estacional hasta la salida de la cosecha de Primera, a finales de agosto/septiembre, se prevé que los precios de los granos básicos se mantengan muy por encima del promedio de los últimos cinco años en los tres países, especialmente el frijol rojo que ha mostrado las alzas más pronunciadas.
Área | Anomalías Actuales | Anomalías Proyectadas |
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Regional |
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Actualmente, los hogares pobres rurales cuentan con reservas mínimas de granos básicos del ciclo de Postrera, que salieron a finales de 2022. Debido a que los agricultores de subsistencia disminuyeron las extensiones productivas y las aplicaciones de fertilizantes, y a que algunas áreas, especialmente en Honduras y El Salvador, sufrieron daños por exceso de humedad, las cosechas fueron por debajo del promedio. Entre febrero y marzo sale la última cosecha del ciclo 2022/2023, la de Apante/Postrera Tardía, en áreas de Nicaragua y Honduras, respectivamente. La producción es principalmente de frijol para fines comerciales, lo que permite complementar el suministro para el mercado regional hasta la salida de la cosecha de Primera, y la entrada de ingresos para los hogares productores. Este año, a pesar de que las lluvias han sido erráticas, se prevé que la cosecha nacional de Apante/Postrera Tardía se encuentre dentro de rangos promedio, gracias a la humedad residual de la temporada lluviosa 2022 y a que las precipitaciones han sido oportunas para llenar los requerimientos hídricos del cultivo. En el caso de los pequeños productores, podrían ver una disminución moderada, debido a una menor área de producción a causa de los altos costos de los insumos, como ocurrió en los anteriores ciclos. Este flujo de grano fresco al mercado permitirá frenar el comportamiento alcista de precios reportado en enero y primeros días de febrero.
Febrero se caracteriza por la finalización de la temporada de cosecha de los cultivos comerciales, permitiendo un aumento estacional en el ingreso de muchos de los hogares rurales más pobres. Este año, la disminución en la disponibilidad de jornaleros, debido a la migración permanente, entre otros factores, forzó a un leve incremento en el precio del jornal en los tres países. Este aumento compensó parcialmente el alza de los precios de los alimentos durante la temporada de alta demanda de mano de obra. A partir de marzo, se establecerá la temporada anual de escasez, con una disminución estacional en las oportunidades de empleo y los ingresos, y con una mayor dependencia del mercado. Los hogares urbanos tendrán ingresos estables con una oferta de empleo moderada y una recuperación económica limitada por el actual escenario macroeconómico. No obstante, durante esta temporada inicia el aumento estacional de los precios de granos básicos y se espera que los de los otros alimentos continúen por encima del promedio. Todo lo anterior limitará la capacidad de compra de estos hogares.
Durante estos meses también se espera el inicio de la temporada lluviosa y, con ella, la siembra del ciclo de producción de granos básicos de Primera. Sin embargo, los pronósticos climáticos prevén un inicio irregular de las lluvias, lo que inevitablemente tendrá un impacto negativo en las actividades de siembra. Los agricultores de subsistencia se verán forzados a retrasar la siembra para evitar pérdidas de la semilla. Este año, los costos de los insumos agrícolas (semilla, fertilizantes, mano de obra y renta de tierra) se mantendrán altos, lo que se sumará a los desafíos climáticos. En consecuencia, se espera que reduzcan sus áreas de producción, a pesar de que en los tres países se prevé una cobertura similar a años anteriores en la entrega de insumos agrícolas por parte del gobierno. Estas condiciones tendrán repercusiones en la cantidad de reservas a partir de agosto/septiembre, pero también en la disponibilidad de empleo al reducirse la demanda de jornal para la siembra, por debajo del promedio.
Los hogares pobres en el área rural, tanto los que dependen del jornal como fuente principal de ingresos como los que cuentan con producción de granos básicos de subsistencia, dependerán de la compra para su alimentación de aquí en adelante, hasta la salida de la cosecha de Primera a partir de finales de agosto, ya que sus reservas de alimentos fueron consumidas. Los hogares urbanos también son totalmente dependientes de la compra para su alimentación, lo que los hace igualmente vulnerables a los precios elevados. Durante 2023, los precios se mantendrán muy por arriba de lo normal debido a las dinámicas inflacionarias nacionales e internacionales de los meses anteriores, que limitarán su capacidad adquisitiva y el acceso a alimentos. El 1 de marzo, el gobierno de Nicaragua aprobó un incremento del 10 por ciento en el salario mínimo, mitigando parcialmente los impactos negativos de las alzas, pero este aumento será insuficiente para compensar los aumentos. La inflación general continúa alta con variaciones interanuales de entre 7.0 y 10.9 por ciento en los tres países, pero las proyecciones indican que las tasas de inflación cederán el ritmo alcista que tuvieron en 2022. Este comportamiento está fuertemente influenciado por los elevados precios de los alimentos, incluyendo los granos básicos, especialmente el frijol rojo que reporta variaciones interanuales en la región de hasta el 71.7 por ciento y de hasta el 106.5 por ciento respecto al promedio de los últimos cinco años. Otros alimentos que están mostrando fuertes alzas incluyen el pollo, queso, aceite vegetal, algunas hortalizas y frutas y el huevo, que mostró hasta 45.8 por ciento respecto al valor del año anterior. Consecuentemente, la inflación alimentaria aún se encuentra 12.2, 15.7 y 16.2 por ciento arriba del valor reportado en enero 2022, para El Salvador, Nicaragua y Honduras, respectivamente, afectando negativamente el acceso a los alimentos de la mayoría de la población en la región.
Los desafíos estacionales para acceder a los alimentos por parte de los hogares urbanos y rurales pobres se sumarán al efecto en la economía familiar de las alzas adicionales en alimentos y servicios. Los hogares urbanos lograrán un consumo de alimentos mínimamente adecuado a través de la implementación de estrategias de afrontamiento como la reducción en la calidad y variedad de alimentos, pero tendrán dificultades para cubrir otras necesidades esenciales no alimentarias. Adicionalmente, existen áreas que tienen disponibilidad de alimentos estacionales, gracias a la recolección o la producción de traspatio, como frutas, por ejemplo, que aportan al contenido calórico de la dieta. Por lo tanto, se prevé que la mayoría de los hogares pobres rurales y urbanos muestren resultados de Estrés (Fase 2, CIF) para los tres países durante todo el período que cubre esta perspectiva. No obstante, se observará un deterioro progresivo en las condiciones alimentarias de los hogares debido a los shocks de precios y las pérdidas de cosechas en las áreas más afectadas por el exceso de lluvias en 2022, especialmente en Honduras y El Salvador. Así que, se incrementarán los hogares más pobres ubicados en Estrés (Fase 2, CIF) y Crisis (Fase 3, CIF) hasta mayo, que empezarán a implementar estrategias como la reducción moderada en el número de comidas por día y la venta de activos menores, sin que esto sea suficiente para un cambio en la clasificación de las áreas.
La temporada anual de escasez de alimentos alcanza su pico durante el segundo período de la proyección, específicamente entre julio e inicios de agosto. Para este momento, se proyecta que los precios del maíz se encuentren entre 69 - 75, 21 - 48 y 50 - 59 por ciento arriba del promedio en El Salvador, Honduras y Nicaragua, respectivamente. Por otro lado, se proyecta que los del frijol rojo alcancen una variación aproximada del 63 - 74, 35 - 63 y 50 - 88 por ciento sobre el promedio de cinco años, en los tres países, respectivamente. Al mismo tiempo, se prevé que la inflación y el precio de otros alimentos continúen elevados, aunque por debajo de los valores reportados en 2022. Esto aumentará la proporción de los hogares más pobres rurales que deben implementar, e incluso intensificar, el uso de estrategias de respuesta para cerrar la brecha en el consumo alimentario, considerando que las opciones de empleo continúan bajas por la combinación de la tendencia estacional y de la reducción atípica en el área de producción agrícola. Al igual que en el período anterior, el ingreso de los hogares urbanos se mantendrá relativamente estable, ya que no se espera un incremento significativo en los salarios y las tasas de empleo han mostrado un aumento lento y gradual, aunque no alcanzarán a cubrir todos los costos con los precios elevados. La tendencia de las remesas continuará siendo ascendente respecto a los años anteriores; sin embargo, dadas las perspectivas económicas en los países de origen, su ritmo será mucho menor. Este ingreso beneficiará a los hogares medios, como complemento al ingreso destinado al consumo, mientras que los más pobres podrían favorecerse indirectamente a través de la dinamización del comercio y el mercado laboral.
De junio a agosto, los modelos indican un gradual aumento en las probabilidades en el desarrollo de un fenómeno de El Niño hacia finales del período, lo cual llevará los acumulados de lluvia menores al promedio acompañados de temperaturas arriba del mismo (Figura 1). Estas condiciones tendrán un efecto negativo por estrés hídrico en el desarrollo de los cultivos en un momento crítico y un mayor riesgo de enfermedades y plagas, ocasionando pérdidas moderadas, especialmente para los agricultores de subsistencia ubicados en las áreas del Corredor Seco. En consecuencia, se prevé que la cosecha de Primera, que sale a finales de agosto y septiembre, sea por debajo del promedio para los agricultores pequeños y medianos. Mientras tanto, las producciones nacionales se prevén dentro del promedio o levemente por debajo del mismo, dado que existen cultivos con riego y con diferente grado de afectación.
Varios programas de asistencia alimentaria están previstos en Honduras, al menos para los primeros meses de esta perspectiva, que brindarán un ingreso que compensará parcialmente las alzas en los precios. Sin embargo, la distribución será insuficiente para modificar la clasificación de las áreas, ya que su cobertura será menor al 25 por ciento de la población afectada.
Dado el establecimiento de la temporada anual de escasez en el período de junio a septiembre, los hogares sentirán una agudización estacional en las limitaciones para llenar sus requerimientos calóricos, sin lograr cubrir sus otras necesidades básicas. Con la salida de la cosecha de Primera normalmente se espera una mejora en la disponibilidad de granos básicos, al llenar las reservas alimentarias de los productores, y al flujo de grano a los mercados que produce una caída estacional en los precios al aumentar el suministro. Este año, sin embargo, este comportamiento estacional se verá matizado por las pérdidas esperadas, aunadas a las pérdidas sufridas en áreas más afectadas por la lluvia errática durante 2022 en Honduras y El Salvador. El mercado recibirá una cantidad similar a la usual, pero podría ver una disminución en la magnitud de la caída en los precios, por especulación. Por otro lado, los hogares pobres en el Corredor Seco, que es donde se prevé mayor impacto, no se beneficiarán de las mismas reservas que en un año normal, y dependerán tempranamente de la compra. Para los que tenían pérdidas significativas por inundaciones en Honduras y El Salvador, las pérdidas esperadas este año extenderán su dependencia del mercado por un largo tiempo.
Los hogares de agricultores de subsistencia en el Corredor Seco, particularmente en los departamentos de Choluteca, Valle y Paraíso en Honduras y San Miguel y La Unión en El Salvador, podrían tener que continuar recurrir a estrategias de Crisis, sin cosechas suficientes para mejorar su alimentación para septiembre. Por lo tanto, estas áreas se quedarán en Crisis (Fase 3, CIF) durante todo el periodo de junio a septiembre. Mientras que el resto de los hogares productores, aunque sufran una afectación, tendrán grano producto de la cosecha en septiembre, aunque en meses posteriores sus reservas acabarán tempranamente. Tendrán relativamente más reservas para enfrentar los meses de la temporada de escasez y no tendrán que depender del mercado por un tiempo atípico. Por lo anterior, aunque aumentarán los hogares en Crisis (Fase 3, CIF) en el resto de la región durante esta temporada, no llegarán a esta clasificación a nivel del área. A partir de septiembre, la proporción de hogares ubicados en Crisis (Fase 3, CIF) y Estrés (Fase 2, CIF) disminuirá progresivamente con la salida de la cosecha, tanto en el área urbana como rural gracias al flujo de estas cosechas a hogares para autoconsumo y a los mercados donde disminuirán los precios de una manera estacional.
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